Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:
LAS GUERRAS DEL CÓDIGO de Juan Manuel Sánchez Villoldo
En una pequeña comunidad de la América rural, los niños desarrollan una salvaje deformidad que hará de ellos asesinos monstruosos bautizados como coyotes.
Tras un primer combate y aparente victoria, otro pueblo es atacado y todos los habitantes devorados. Julián Mozzi, superviviente de la primera batalla, es convocado para dirigir las operaciones de contención de este nuevo ataque.
Pero esta no es una novela de zombies. No hay infecciones ni contagios. Puede que los coyotes sean la respuesta de la naturaleza al vaciado de especies, o quizás al orgullo del ser humano.
Las Guerras del Código relata el conflicto entre el ser humano y la naturaleza, una batalla que se gesta en nuestro interior desde el origen de la vida. Ahí se esconden nuestros peores miedos.
Nota: He dejado una serie de Spoilers marcados con asteriscos (*) en zonas específicas. Las notas correspondientes a cada uno podréis leerlas al final de la reseña.
Se suele decir que las cosas buenas vienen en formatos pequeños. Seguramente esto se debe a que cuando empezamos a disfrutar de algo que nos satisface por encima de la media acaba terminándose, en apariencia antes de lo que en principio suponemos.
El mundo del cine está plagado de ejemplos de pequeños aperitivos en forma de cortos que han terminado convirtiéndose en menús completos, es decir, en películas, ya fuera por las demandas masivas de los espectadores que tanto han disfrutado que piden más, o por los mismos creadores, que ven en su obra una futura fuente de ingresos. Ejemplos bastante actuales los encontramos en el corto de éxito en Youtube No Apagues La Luz, que tuvo su homónimo largometraje, o el primer capítulo de la cinta V/H/S, que acabó derivando en la película Siren. Ambos casos por cierto bastante prescindibles, por no decir nefastos.
La literatura es un campo donde también se han visto cosas similares. Sin ir muy lejos, raro es el caso en que yo mismo hago una reseña de una antología de relatos y no digo una o varias veces que tal o cuál historia ganaría mucho si se convirtiera en novela o al menos la longitud se viera ampliada. A veces digo esto porque en apariencia se quedan muchos hilos sin unir en el relato o tramas sin completar que no consiguen cerrar el circulo completamente. Otras veces lo creo así sencillamente porque pienso que la idea usada es demasiado buena para exprimirla y dar todo su jugo en tan solo una docena de páginas.
Pues bien, hace aproximadamente año y medio reseñé la antología EN LOS ALBORES DEL MIEDO en la que varios autores nóveles, yo incluido aportábamos nuestro granito de arena en forma de relatos de terror por un fin benéfico. Uno de los autores que participaban en el libro era Juan Manuel Sánchez-Villoldo, y me gustaría refrescaros la memoria recordando lo que dije de sus textos:
"GOTTEN WILLE de Juan Manuel Sánchez Villoldo parece que intenta recopilar en un solo relato un buen numero de elementos característicos que muchos buscamos en historias de terror, sobretodo de las que vienen firmadas por gente de Maine y que hacen que la trama se nos descubra interesante. Echa una dosis de terror, otro tanto de acción, añade una pizca de elemento religioso y sazónalo con una buena cantidad de sangre. Para terminar decora el plato con una ramita de drama de lo más previsible y tendrás un relato cuanto menos ameno. La mayor pega radica en que la historia podría haber dado mucho mas de sí, para lo cual unas cuantas páginas más y no abusar tanto del reciclaje de escenas cinematográficas tan típicas habrían ayudado bastante. Pero insisto, éste es uno de esos relatos que dan para mucho más."
Pues bien, dicho y hecho, año y poco después GOTTEN WILLE se convirtió en un prólogo para lo que sería la primera novela de su escritor, LAS GUERRAS DEL CÓDIGO...
... y ahora maldigo el día en que pensé que la historia de Juan Manuel debería ampliarse.
Si mencionaba a Stephen King en la reseña no lo hacía como recurso fácil ni para subirle los colores al autor, sino porque su ambientación y su trama principal me hacían rememorar esas sensaciones que transmitían novelas como DESESPERACIÓN, su manera de aislar a los protagonistas en un terreno apenas civilizado, enfrentados a una amenaza que no consiguen comprender. GOTTEN WILLE ganaba enteros por estas y otras razones, lo que no esperaba es que en su continuación esta trama terminara derivando a una burda excusa para crear una historia militar con soldados ansiosos por frotarse la bandera de su país por la polla mientras se gastan e dinero de los contribuidores en disparos al aire mientras luchan contra un enemigo que amenaza con destruir un ecosistema que ya apenas se sostiene, aprovechando para ello todos los recursos posibles que le brinda la literatura Z de corte militar.
"Pero la sinopsis dice que...", ya, ya se lo que dice a sinopsis. Lo se tan bien como que cuando leo cosas del tipo "Esto no es una novela de zombis" o hay que recurrir a frases similares para diferenciarse de otros títulos del género, sé exactamente lo que voy a encontrarme: una novela de zombis.
Vale, ya se que los chacales (los malos de turno, para que nos entendamos) no son muertos resucitados que caminan a trompicones y ven nuestros higadillos como pura ambrosía, pero tampoco lo son las criaturas de la película The Descent, los del videojuego The Last of Us o de la novela Y PESE A TODO... de Juan de Dios Garduño, y aun así nos es inevitable pensar automáticamente en la palabra que empieza por zeta. No dejan de ser seres que acechan a toda forma de vida, atacan en manada, su origen es humano y uno de los motivos principales que guían sus pasos es merendarnos... ¿Os suena de algo?.
LAS GUERRAS DEL CÓDIGO retoma la historia de GOTTEN WILLE inmediatamente después de donde lo dejamos (tanto es así que quien no haya leído previamente el relato corto puede sentirse bastante perdido), coge lo más básico de la idea que germinó y lo retuerce y deforma de una manera que, es de suponer, el autor piensa que es lo que ansiamos disfrutar. ¿Una historia sobre soldados preparadísimos cayendo ante las fauces de criaturas antinaturales? Si, por favor, cuéntame más que nunca había leído nada parecido. Además, llegados a un punto la historia se bifurca en dos escenarios bien diferenciados, aquí tengo que hacer un alto en el camino porque hay cosas que me llaman la atención, obviando las semejanzas en argumento y estructura con otra joyita de la generación Z como es RENAISSANCE de J.J. Lucas, porque sería alargarme demasiado.
Por un lado tenemos la trama protagonizada por el personaje principal Julián Mozzi (no confundir con el simpático monstruo con el que aprendíamos inglés y comía relojes), ex sheriff, ex marido perfecto, ex padre, y poco contento con la vida en genera plantándole cara a su más dura prueba, adoptando para ello actitudes tan contradictorias e inmorales (cuando lleguemos al tema del epílogo sabréis de lo que hablo) que de ser tratado por psiquiatras, posiblemente estos acabarían encerrados en sus propios centros de salud mental. Sin embargo hay que reconocer que los capítulos protagonizados por Mozzi y su compañía de lo más variopinta e inútil constituyen la parte más interesante de la obra, ya sea porque es donde se concentra la mayor parte de la acción o por mera simpatía con el protagonista, aunque esto se asemeja también a la morbosa curiosidad de adivinar cual va a ser la próxima estupidez que va a decir o hacer, así como la predictibilidad de los personajes secundarios, que por una vez juega a favor de la trama, siendo sumamente fácil adivinar quien vive y quien muere, quien es un capullo insoportable y quien se las va a dar de héroe... o si lo pensamos fríamente se deba a que, en comparación con la otra parte de la historia cualquier cosa es mejor.
Y es que por el otro lado tenemos la ya tradicional base militar científica, ultra secreta, escondida hasta del gobierno, desconocida por todos pero no me extrañaría que subiera ofertas de empleo a Infojobs... porque lo que ocurre allí no puede ser más absurdo. Más propio de un circo o de una comedia subvencionada por Mediaset, los capítulos que aquí se desarrollan son una antología de despropósitos y situaciones inverosímiles que harán replantearnos si no estamos ante una parodia del género en lugar de una historia que debería tomarse a si misma en serio. Situaciones (*) que parecen surgidas de las complicadas decisiones del mismo escritor que, al verse ante un obstáculo difícilmente salvable en un improvisado guión, decide tirar por la ruta más fácil y con frecuencia errónea.
Podría decirse que ambos focos de acción convergen constantemente a lo largo de toda la novela. A fin y al cabo, la historia trata de cómo la humanidad hace frente a una amenaza que pone en riesgo su supervivencia , y lo hace de la manera en la que nos tienen acostumbrados: La estudia, intenta entenderla, evaluarla, buscar un punto de inflexión o uno débil que poder aprovechar, una cura... y cuando todo eso falla, aniquilarla de manera que no quede ni el recuerdo. Juan Manuel Sánchez lo intenta con ganas, buscando teorías que expliquen las cosas al mismo tiempo que descubre nuevas cuestiones sin resolver. Lo malo es que cuando se quiere dar cuenta de que ha complicado la trama y nos ha llenado la cabeza de incongruencias (que se traducen en cosas explicadas varias veces pero de manera distinta, otras cosas que parecen perderse en el olvido y quedan sin razonamiento...) en vez de arreglarlo, lo complica en demasía, sacándose nuevos elementos de una manga que se va quedando cada vez sin menos ases... Pero permitidme volver a los chacales.
En GOTTEN WILLE ya nos daban a entender que estos seres no eran depredadores despiadados que solo atienden a sus instintos primarios. Instintos que se limitan a matar y comerse lo matado. No, los chacales son criaturas inteligentes, más cercanos a su lado humano que animal, pero sin perder su característico salvajismo, aunque uno debería saber cuando echar el freno y no sobrepasar un recurso. Porque si, pueden ser lo suficientemente inteligentes para tender emboscadas a sus victimas, usar cebos u otros modos de engaño. Todo eso está muy bien, pero de ahí a convertirlos en especialistas en ingeniería avanzada o medicina aplicada, a saber utilizar tecnología que nunca ha usado y demás ejemplos (**). ¡Y más cuando el anfitrión original antes de convertirse en esa aberración tenía no más de 14 años! Pues no, lo siento pero no me lo creo.
Por cierto, ¿No existe un principio en la biología que dice algo así como que cuanto más inteligente es un ser vivo, más fuerte es su instinto de supervivencia? Lo digo porque aquí los chacales, como los zombis, carecen de esa capacidad de protegerse de una muerte inminente, es más, cuando reciben dosis de plomo siempre parecen quedarse con ganas de más. Contradicciones estas que terminan afeando el resultado final.
Y todo esto es una pena, porque narrativamente, LAS GUERRAS DEL CÓDIGO está bien escrito. Los diálogos son realistas, las descripciones y demás aportaciones del narrador están bien compensadas y no saturan ni dejan a medias, incluso Juan Manuel Sánchez no se priva de ofrecer al lector ciertas raciones de morbo visceral con escenas truculentas. Pero como dejé caer antes, la trama parece escrita sin planificación alguna en un ejercicio de "Tiro para adelante y que sea lo que Dios quiera", inventado cosas sobre la marcha para enriquecer un suspense que termina explotando y confundiendo en un desenlace tan absurdo y frágil como el resto de la obra.
Hablando del final... concretamente del epílogo de la novela. No soy de los que se enfadan cuando leo un libro que no me gusta. Más bien lo que siento es decepción y en casos como este cierta sensación de tristeza ante lo que podría haber sido y al final no fue... pero este final... ¿Queríais que le sacara un merito a esta novela? Pues bien, el epílogo de LAS GUERRAS DEL CÓDIGO me parece de lo más inmoral, bochornoso, ruin, traicionero, machista, carente de sentimiento, ética y sentido común, arrogante, injusto, oportunista y cínico que he tenido la desgracia de leer en toda mi vida. Intento con todas mis fuerzas ser tolerante con las ideas que los escritores plasman en sus libros, a fin y al cabo son sus historias y pueden hacer con ellas lo que quieran, pero, ¿De verdad querías escribir ese final? Porque no recuerdo haberme sentido tan confuso e indignado al mismo tiempo como leyendo las dos últimas páginas de esta novela (***).
Y esto es LAS GUERRAS DEL CÓDIGO, un intento al que se ha puesto ganas de ofrecer una historia que se aleje de los cánones de la literatura Z más típica, pero cayendo accidentalmente en ellos en muchos casos, la continuación de un relato que todos sabíamos que podía dar para mucho, pero que si se hubiera hecho en otra dirección, tal vez más simple y carente de tantas curvas, el veredicto hubiera sido uno distinto. Muy distinto.
Por desgracia el resultado final es de lo más deprimente. Un vistazo a un collage carente de realismo, carisma, personalidad y seriedad... Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas. Ahí tenéis como prueba Independence Day Resurgence, La Mascara 2 o LAS GUERRAS DEL CÓDIGO.
(**) Un hombre poniéndose una peluca de mujer para engañar a los sistemas de seguridad, orgías y demás depravaciones sexuales provocadas por un gas que aumenta el impulso sexual en seres humanos, chistes demasiado malos en relación al tema,...
(**) ejemplos como saber donde e encuentran los cables específicos para provocar un daño u otro dentro de unas instalaciones de cientos de metros cuadrados, entender el sistema de filtrado de aires o mandar mensajes en morse.
(***) Tras sobrevivir al ataque de los chacales, Mozzi cuida a su mujer en un centro de cuidados especiales, la cual se encuentra en un estado semicatatónico tras enterarse de la muerte de su hijo tras convertirse éste en un monstruo.Es más, uno de los motivos por los que el ex sheriff acepta la misión suicida de luchar contra los monstruos es garantizar los mejores cuidados que el gobierno pueda dar a su esposa. Pues bien, en las últimas páginas Mozzi recibe la llamada de Galera, una especialista que le acompaña en la misión y que queda milagrosamente embarazada de mellizos, siendo uno de ellos un clon del hijo perdido de éste. Esto es lo que le comunica, y el maravilloso Mozzi, el gran soldado y mejor persona Julián Mozzi decide que aunque su mujer este mejorando lentamente, la pueden dar mucho por culo, ahí se queda ella con toda su tristeza y agonía, con toda la carga que supone saber que su hijo ha muerto a manos de su marido (comprendiendo que no había otra opción) y no ha podido ni despedirse de el, allá se las apañe ella sola, que él se va con su nuevo ligue que espera un hijo clavado al que tuvo y, ¡que coño!, no tiene que madrugar todos los días para cuidar a su "amada esposa", darle de comer y aportar su granito de arena con recuerdos y palabras que poco a poco la devuelvan a la realidad porque, según el y con palabras textuales, lo de ella es "una batalla perdida".
Vale, ya se que los chacales (los malos de turno, para que nos entendamos) no son muertos resucitados que caminan a trompicones y ven nuestros higadillos como pura ambrosía, pero tampoco lo son las criaturas de la película The Descent, los del videojuego The Last of Us o de la novela Y PESE A TODO... de Juan de Dios Garduño, y aun así nos es inevitable pensar automáticamente en la palabra que empieza por zeta. No dejan de ser seres que acechan a toda forma de vida, atacan en manada, su origen es humano y uno de los motivos principales que guían sus pasos es merendarnos... ¿Os suena de algo?.
LAS GUERRAS DEL CÓDIGO retoma la historia de GOTTEN WILLE inmediatamente después de donde lo dejamos (tanto es así que quien no haya leído previamente el relato corto puede sentirse bastante perdido), coge lo más básico de la idea que germinó y lo retuerce y deforma de una manera que, es de suponer, el autor piensa que es lo que ansiamos disfrutar. ¿Una historia sobre soldados preparadísimos cayendo ante las fauces de criaturas antinaturales? Si, por favor, cuéntame más que nunca había leído nada parecido. Además, llegados a un punto la historia se bifurca en dos escenarios bien diferenciados, aquí tengo que hacer un alto en el camino porque hay cosas que me llaman la atención, obviando las semejanzas en argumento y estructura con otra joyita de la generación Z como es RENAISSANCE de J.J. Lucas, porque sería alargarme demasiado.
Por un lado tenemos la trama protagonizada por el personaje principal Julián Mozzi (no confundir con el simpático monstruo con el que aprendíamos inglés y comía relojes), ex sheriff, ex marido perfecto, ex padre, y poco contento con la vida en genera plantándole cara a su más dura prueba, adoptando para ello actitudes tan contradictorias e inmorales (cuando lleguemos al tema del epílogo sabréis de lo que hablo) que de ser tratado por psiquiatras, posiblemente estos acabarían encerrados en sus propios centros de salud mental. Sin embargo hay que reconocer que los capítulos protagonizados por Mozzi y su compañía de lo más variopinta e inútil constituyen la parte más interesante de la obra, ya sea porque es donde se concentra la mayor parte de la acción o por mera simpatía con el protagonista, aunque esto se asemeja también a la morbosa curiosidad de adivinar cual va a ser la próxima estupidez que va a decir o hacer, así como la predictibilidad de los personajes secundarios, que por una vez juega a favor de la trama, siendo sumamente fácil adivinar quien vive y quien muere, quien es un capullo insoportable y quien se las va a dar de héroe... o si lo pensamos fríamente se deba a que, en comparación con la otra parte de la historia cualquier cosa es mejor.
Y es que por el otro lado tenemos la ya tradicional base militar científica, ultra secreta, escondida hasta del gobierno, desconocida por todos pero no me extrañaría que subiera ofertas de empleo a Infojobs... porque lo que ocurre allí no puede ser más absurdo. Más propio de un circo o de una comedia subvencionada por Mediaset, los capítulos que aquí se desarrollan son una antología de despropósitos y situaciones inverosímiles que harán replantearnos si no estamos ante una parodia del género en lugar de una historia que debería tomarse a si misma en serio. Situaciones (*) que parecen surgidas de las complicadas decisiones del mismo escritor que, al verse ante un obstáculo difícilmente salvable en un improvisado guión, decide tirar por la ruta más fácil y con frecuencia errónea.
Podría decirse que ambos focos de acción convergen constantemente a lo largo de toda la novela. A fin y al cabo, la historia trata de cómo la humanidad hace frente a una amenaza que pone en riesgo su supervivencia , y lo hace de la manera en la que nos tienen acostumbrados: La estudia, intenta entenderla, evaluarla, buscar un punto de inflexión o uno débil que poder aprovechar, una cura... y cuando todo eso falla, aniquilarla de manera que no quede ni el recuerdo. Juan Manuel Sánchez lo intenta con ganas, buscando teorías que expliquen las cosas al mismo tiempo que descubre nuevas cuestiones sin resolver. Lo malo es que cuando se quiere dar cuenta de que ha complicado la trama y nos ha llenado la cabeza de incongruencias (que se traducen en cosas explicadas varias veces pero de manera distinta, otras cosas que parecen perderse en el olvido y quedan sin razonamiento...) en vez de arreglarlo, lo complica en demasía, sacándose nuevos elementos de una manga que se va quedando cada vez sin menos ases... Pero permitidme volver a los chacales.
En GOTTEN WILLE ya nos daban a entender que estos seres no eran depredadores despiadados que solo atienden a sus instintos primarios. Instintos que se limitan a matar y comerse lo matado. No, los chacales son criaturas inteligentes, más cercanos a su lado humano que animal, pero sin perder su característico salvajismo, aunque uno debería saber cuando echar el freno y no sobrepasar un recurso. Porque si, pueden ser lo suficientemente inteligentes para tender emboscadas a sus victimas, usar cebos u otros modos de engaño. Todo eso está muy bien, pero de ahí a convertirlos en especialistas en ingeniería avanzada o medicina aplicada, a saber utilizar tecnología que nunca ha usado y demás ejemplos (**). ¡Y más cuando el anfitrión original antes de convertirse en esa aberración tenía no más de 14 años! Pues no, lo siento pero no me lo creo.
Por cierto, ¿No existe un principio en la biología que dice algo así como que cuanto más inteligente es un ser vivo, más fuerte es su instinto de supervivencia? Lo digo porque aquí los chacales, como los zombis, carecen de esa capacidad de protegerse de una muerte inminente, es más, cuando reciben dosis de plomo siempre parecen quedarse con ganas de más. Contradicciones estas que terminan afeando el resultado final.
Y todo esto es una pena, porque narrativamente, LAS GUERRAS DEL CÓDIGO está bien escrito. Los diálogos son realistas, las descripciones y demás aportaciones del narrador están bien compensadas y no saturan ni dejan a medias, incluso Juan Manuel Sánchez no se priva de ofrecer al lector ciertas raciones de morbo visceral con escenas truculentas. Pero como dejé caer antes, la trama parece escrita sin planificación alguna en un ejercicio de "Tiro para adelante y que sea lo que Dios quiera", inventado cosas sobre la marcha para enriquecer un suspense que termina explotando y confundiendo en un desenlace tan absurdo y frágil como el resto de la obra.
Hablando del final... concretamente del epílogo de la novela. No soy de los que se enfadan cuando leo un libro que no me gusta. Más bien lo que siento es decepción y en casos como este cierta sensación de tristeza ante lo que podría haber sido y al final no fue... pero este final... ¿Queríais que le sacara un merito a esta novela? Pues bien, el epílogo de LAS GUERRAS DEL CÓDIGO me parece de lo más inmoral, bochornoso, ruin, traicionero, machista, carente de sentimiento, ética y sentido común, arrogante, injusto, oportunista y cínico que he tenido la desgracia de leer en toda mi vida. Intento con todas mis fuerzas ser tolerante con las ideas que los escritores plasman en sus libros, a fin y al cabo son sus historias y pueden hacer con ellas lo que quieran, pero, ¿De verdad querías escribir ese final? Porque no recuerdo haberme sentido tan confuso e indignado al mismo tiempo como leyendo las dos últimas páginas de esta novela (***).
Y esto es LAS GUERRAS DEL CÓDIGO, un intento al que se ha puesto ganas de ofrecer una historia que se aleje de los cánones de la literatura Z más típica, pero cayendo accidentalmente en ellos en muchos casos, la continuación de un relato que todos sabíamos que podía dar para mucho, pero que si se hubiera hecho en otra dirección, tal vez más simple y carente de tantas curvas, el veredicto hubiera sido uno distinto. Muy distinto.
Por desgracia el resultado final es de lo más deprimente. Un vistazo a un collage carente de realismo, carisma, personalidad y seriedad... Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas. Ahí tenéis como prueba Independence Day Resurgence, La Mascara 2 o LAS GUERRAS DEL CÓDIGO.
(**) Un hombre poniéndose una peluca de mujer para engañar a los sistemas de seguridad, orgías y demás depravaciones sexuales provocadas por un gas que aumenta el impulso sexual en seres humanos, chistes demasiado malos en relación al tema,...
(**) ejemplos como saber donde e encuentran los cables específicos para provocar un daño u otro dentro de unas instalaciones de cientos de metros cuadrados, entender el sistema de filtrado de aires o mandar mensajes en morse.
(***) Tras sobrevivir al ataque de los chacales, Mozzi cuida a su mujer en un centro de cuidados especiales, la cual se encuentra en un estado semicatatónico tras enterarse de la muerte de su hijo tras convertirse éste en un monstruo.Es más, uno de los motivos por los que el ex sheriff acepta la misión suicida de luchar contra los monstruos es garantizar los mejores cuidados que el gobierno pueda dar a su esposa. Pues bien, en las últimas páginas Mozzi recibe la llamada de Galera, una especialista que le acompaña en la misión y que queda milagrosamente embarazada de mellizos, siendo uno de ellos un clon del hijo perdido de éste. Esto es lo que le comunica, y el maravilloso Mozzi, el gran soldado y mejor persona Julián Mozzi decide que aunque su mujer este mejorando lentamente, la pueden dar mucho por culo, ahí se queda ella con toda su tristeza y agonía, con toda la carga que supone saber que su hijo ha muerto a manos de su marido (comprendiendo que no había otra opción) y no ha podido ni despedirse de el, allá se las apañe ella sola, que él se va con su nuevo ligue que espera un hijo clavado al que tuvo y, ¡que coño!, no tiene que madrugar todos los días para cuidar a su "amada esposa", darle de comer y aportar su granito de arena con recuerdos y palabras que poco a poco la devuelvan a la realidad porque, según el y con palabras textuales, lo de ella es "una batalla perdida".
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