viernes, 8 de diciembre de 2017

Reseñas breves #6. UNA CABEZA LLENA DE FANTASMAS de Paul Tremblay.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

UNA CABEZA LLENA DE FANTASMAS de Paul Tremblay.

La apacible vida de los Barrett da un giro cuando su hija Marjorie, de catorce años, empieza a mostrar síntomas horribles de esquizofrenia que los médicos no consiguen mitigar. Muy pronto la situación ha empeorado tanto que su descenso a la locura parece imparable. Desesperado, el padre pide ayuda a un cura para practicar un exorcismo. Y es entonces cuando se produce una vuelta de tuerca: debido a sus problemas económicos, acepta la oferta de una productora de reality shows para grabarlo todo. Quince años después, una escritora entrevista a la hermana pequeña de Marjorie. A medida que ella rememora la tragedia, va desgranándose una impactante historia que plantea interrogantes sobre la memoria y la realidad, los medios de comunicación, el poder de la ciencia y la religión, y la naturaleza misma del mal. 

Ganador del Premio de Novela Bram Stoker, Una cabeza de llena de fantasmas es un libro fascinante que combina el terror con el misterio, el drama familiar y la crítica a la sociedad del espectáculo en la estela de El resplandor de Stephen King, La maldición de Hill House de Shirley Jackson y El exorcista de William Peter Blatty.


Vivimos una época en la que las historias de exorcismos han relegado el terror y la angustia que nos provocaron en sus orígenes a un bello y a la vez espeluznante recuerdo. En los últimos años montones de jovencitas (y algún que otro jovenzuelo, pero parece que el demonio tiene afición por las mujeres adolescentes) han protagonizado historias escritas en papel, pero sobretodo grabadas en celuloide, sobre posesiones o cómo dejar que un espíritu desconocido, que igual puede ser un varón del infierno como un vendedor de aspiradoras retirado, ande trasteando en nuestro cuerpo y alma como Cristo por su casa. Cientos de variaciones en las que dichas almas, sin tramar nada bueno, hacen uso de todo tipo de recursos para hacerle la vida imposible a la típica familia americana, y llevando al campo del terror, salvo alguna que otra excepción, al nivel de mero entretenimiento de sobremesa para mayores y pequeños.

Así pues, ante tal panorama, ¿Qué podemos esperar de un título como UNA CABEZA LLENA DE FANTASMAS?, ¿Qué papel desempeña la obra ganadora del premio Stoker escrita por Paul Tremblay?.

Pues bajo mi punto de vista, esta novela supone para muchos el obligatorio momento de reflexión al que todo género debería llegar cuando el sentido de su longevidad se pone en tela de juicio, un punto y aparte que nos obliga a reflexionar sobre lo leído y visto relacionado con el resto de experiencias similares.
Ofrecida como una novela, no pasa desapercibida su faceta ensayística, dando especial importancia al análisis del género tanto en primera como en tercera persona, no desaprovechando la oportunidad para destacar también clichés de constante uso, incluso admitiendo el uso de estos a lo largo de la trama por parte del narrador, pero ofreciéndose bajo el puntos de vista e interés diferentes, haciendo que desviemos la vista de la correspondiente joven con síntomas de posesión (si, una adolescente en edad del pavo) y nos centremos tanto en el resto de los miembros de la familia y su consecuente bajada a los abismos de la desesperación y la impotencia y la repercusión que un suceso como éste puede tener en los medios de comunicación, un mundo que lejos de solidarizarse y ofrecer ayuda o mero apoyo, exprime la oportunidad y la seca en un afán capitalista y de búsqueda de prestigio.
Por lo tanto, ya sea de manera intencionada o no, la estructura de la novela no dista demasiado de lo que hemos visto en las películas hasta caer en el hastío. Es decir, puestas en escena donde predomina la intriga, la búsqueda de la línea que separa el acto sobrenatural de la mera psicosis, para ir alternando con secuencias en que Marjorie, la victima, da rienda suelta a un menú de excesos que incluye cosas conocidas, donde igual te recita el primer capítulo de El Quijote en chino, como te hace una demostración de gimnasia artística merecedora del bronce o se convierte en un aspersor de sustancias de procedencia censurable. Repítase este proceso tres o cuatro veces y ya tenemos un aceptable relato sobre niñas jurando en arameo.

Pero como digo, el uso de clichés y tópicos del género funciona aquí como arma de doble filo, puesto que no solo ofrece el espectáculo que diferencia el thriller de la historia de terror propiamente dicha, sino que Tremblay lo aprovecha para analizar y convertir cada una de estas escenas en un catálogo de significados y emociones, muchas veces ayudándose de diversos prólogos con forma de blogs especializados y otras, trasladando los hechos a una mente ora inocente, ora perversa, variando completamente su significado o sencillamente reforzándolo.

UNA CABEZA LLENA DE FANTASMAS, a través de un estilo natural y creíble es, al mismo tiempo un homenaje y una antología que enseña a ver el miedo real que esconde el drama de enfrentarse a lo desconocido. Es una mirada atrás, a un pasado dorado, pero también un vistazo al horizonte lejano, a lo que algo en apariencia tan sencillo puede aportar aún si se sabe dónde enfocar, qué esquina iluminar, a quién dar voz en el momento adecuado.


Lo que aquí tenemos es un prologo o un epílogo de un género y su historia, según cómo se mire. Del mismo modo, la novela de Paul Tremblay puede ser pasada por alto o puede convertirse en una obra que vaya más allá de una simple lectura, llena de sorpresas que culmina en un desenlace tan desgarrador como impredecible.




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