domingo, 14 de junio de 2015

Reseña: INFERNORAMA de Francisco Miguel Espinosa y Ángel Luis Sucasas.


Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

INFERNORAMA de Francisco Miguel Espinosa y Ángel Luis Sucasas.

Dolmen publica la primera novela en la que convergen dos aclamados géneros: literatura de terror y videojuegos. ¿Donde empieza uno y termina el otro? Ese es el misterio que tendrá que resolver el lector ávido de aventuras y dispuesto a pasar por niveles de angustia, humor, escenas gore y estados emocionales que le llevarán a situaciones jamás vividas. Una historia que empieza jugando y que se desarrolla con "reinicios", páginas "desconfiguradas" que esconden mensajes y una protagonista que te invitará a acompañarla en su misión: conseguir salir del infierno. De lector dependerá que lo consiga. ¿Juegas?

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Si has entendido este comando, me caes bien.

Porque sí, porque eres de los míos, porque naciste en los 80, en pleno apogeo de los videojuegos. Aguantabas media hora de carga de cassette para jugar a un juego de 4 colores que se acababa en 15 minutos (si eras habilidoso, claro), aprendiste insultos para acabar con piratas en el Monkey Island, ¿Y las horas que perdiste y las dioptrías que ganaste delante de la pantalla de tu ordenador jugando al DOOM (Big Fucking Gun!)? e incluso te siguen gustando los lanzamientos de las nuevas generaciones, pero sabes que echas de menos esa magia que impregnaban los 8, 16 o 32 bits y esa época en la que un montón de píxeles hacían que tu boca tocara el suelo del asombro y una explosión mínimamente currada te encogía las tripas. Estás hecho de otra pasta.

Sí, antes de sumergirme estrepitosamente a los mares de la literatura yo también fui un jugón que se gastaba la paga semanal en la recreativa del Samurai Shodown II, que seguía disfrutando de Megaman III pese a habermelo acabado mil veces y que tuvo su mayor orgasmo, no cuando vi por primera vez a una chica desnuda, sino cuando descargó la beta del Quake.
Es por eso, que cualquier novela que mencione de pasada los videojuegos me llama tanto la atención. Así descubrí una de mis novelas favoritas, READY PLAYER ONE de Ernest Cline, una obra que cualquier forofo de las consolas y ordenadores de los 80 y 90 debería tener en su estantería y que capta a la perfección el encanto de la época dorada de una infancia que recordamos con nostalgia y que hizo que durante casi 500 páginas rozáramos ese recuerdo imborrable de una infancia que nunca volverá.

Ahora, dos pares de manos nos traen en clave de terror, lo que dicen que es la primera novela entre literatura y videojuego. Es decir, una parte se juega y otra se lee. Llamativo cuanto menos. Sobretodo cuando los autores son Francisco Miguel Espinosa, autor de la inclasificable XXI y la asombrosa CABEZA DE CIERVO y Ángel Luis Sucasas, del que solo he tenido el placer de leer la extraña HÁMELIN.
INFERNORAMA es su nueva gamberrada, porque no se puede definir de otra cosa, salvo quizás "esa novela tan ambiciosa que se quedó a medio camino de lo que el lector esperaba". Pero vayamos por partes...

La sinopsis plantea la siguiente pregunta: "¿Dónde empieza el juego y dónde la novela?" La respuesta es sencilla: en el prólogo.
Así es. INFERNORAMA tiene un prólogo que, en vez de leerse, se juega a través del ordenador. A modo de aventura gráfica de marcar y pulsar, como Monkey Island, Indiana Jones and the Fate of Atlantis o The Day of the Tentacle, tendremos nuestro primer contacto con la protagonista; una mujer llamada Hope que busca desesperadamente a su hijo desaparecido. Al parecer, se recomienda jugar antes de empezar con la novela. Yo, sin embargo, solo recomiendo probarlo por eso de rememorar el estilo clásico de aventuras gráficas y, para que negarlo, elogiar el gran trabajo tanto gráfico como sonoro, porque la relación con la novela, al menos a mi parecer, es nula. Y me lo acabé. Y me gustó. Pese a varios errores y bugs tan cantosos que pensé que tenían que estar hechos a posta sí o sí.

¿Entonces trata de la búsqueda de un niño perdido? No. INFERNORAMA trata del paso de Hope por el Infierno y del enfrentamiento que suponen las 666 fases que debe superar para salvarse. Y aquí es donde los jugones se frotan las manos, y no es para menos, ya que la historia ofrece una sucesión de guiños, homenajes y tributos al mundo de los videojuegos y sus tópicos más conocidos: cuelgues, barras de energía, contadores, mensajes de ayuda, trucos, items, aventura, Shoot´em ups, survival, jefes finales, etc...
Todo ésto viene recalcado como el ingrediente más llamativo y exquisito de la novela. El problema, es que actúa como un arma de doble filo. Toda la parafernalia arcade está muy bien...
... Pero al mismo tiempo causa tal sensación de artificialidad que en ningún momento el lector consigue sentirse parte de la historia ni a empatizar con los personajes.

Hay que reconocer que, estéticamente, Espinosa y Sucasas han creado en esta obra un viaje a bordo de psicotrópicos muy perjudiciales. A medio camino entre un mal viaje de Clive Barker, un videoclip de Dir En Grey y el videojuego más macabro y bizarro que os podáis imaginar. Como si de un Rompe Ralph macabro se tratara, los protagonistas, los escenarios y objetivos irán variando en cada nivel pero... ¿Entonces disfrutaremos de 666 fases? Ni de coña. Apenas serán media docena las muestras imaginativas en las que indagaremos en esta travesía. A ver, tampoco pido 666 capítulos, pero sí creo necesaria una sucesión de más escenas con mayor número de muestras de la evolución del carácter de Hope ya que ésta resulta brusca, dejándonos con la sensación de que nos perdemos algo constantemente. Si no nos dejan disfrutar de todo el capítulo, al menos tampoco estaría de más alguna que otra mención a otras escenas y circunstancias o decisiones que Hope tomara allí para alcanzar a ser en lo que llega a convertirse al final. O al menos, que eliminaran esa mala costumbre de saltar de escenas que también se convierte en costumbre aquí, es decir, llegar a una parte que resulta interesante y llena de acción para, en el siguiente párrafo, decirnos que ya ha pasado todo y dejarnos con la miel en los labios. En definitiva, INFERNORAMA no es un juego completo, sino mas bien una demo.

Otro defecto que en principio puede resultar ínfimo, puede convertirse en un tsunami que arrasa con toda la trama. Me refiero a la relación juego/novela. Muchos lectores pasarán páginas y páginas deseosos de llegar al punto donde el prólogo interactivo se relaciona con el resto de la historia... y me da que no van a ser pocas las decepciones al descubrir que, como dije anteriormente, son prácticamente nulas; resumiendo la lectura del libro como una sucesión tras otra de carnicerías a cada cual más salvaje pero sin llegar a importarnos en ningún momento la historia secreta de Hope, su pasado descubierto a través de pequeños fragmentos de memoria bastante confusos y difíciles de unir en su desenlace para que dé una imagen coherente. Es por eso, que si me preguntaran a que tipo de persona recomendaría una novela como esta, tal vez no se la podría aconsejar a nadie, puesto que sea lo que sea lo que busques en ella, te vas a quedar siempre a medio camino de tu objetivo. Y repito, nunca, debido a su artificio, a su imagen excesivamente pixelada y borrosa y su poca interacción; te sentirás participe o, al menos, un espectador totalmente satisfecho.

Aquel que busque en sus páginas homenajes a los videojuegos clásicos de los 80 o 90, ya puede irse dando con un canto en los dientes. Los de última generación serán los que predominen en las fases que componen la historia. Nada de aventuras gráficas como el prólogo, nada de Super Mario Bros ni Tetris. Aquí quienes van a gozar (y quedarse a medias) son los que disfrutaron de Mortal Kombat. Splatterhouse (2010), Devil May Cry o Clive Barker´s Jericho...

Sobre los personajes, bueno... tampoco son muchos. La ya mencionada Hope con la que nos encariñamos solo por ser el personaje jugable y al que hay que evitar que maten, que igual es más dura que un bloque de granito como se pone a lloran como una magdalena. Algo comprensible si tenemos en cuenta, o mas bien imaginamos, perdón, los suplicios que ha debido pasar en cada una de las fases.
Muy distinto de nuestra protagonista es la figura de D. Quizá sí algo estereotipado dentro de los cánones del mítico "señor del Infierno" cinematográfico. Chulo, arrogante, víctima en ocasiones, verdugo en otras, con un toque de filosofía existencial que dota a la trama de los pocos momentos donde uno quiere leer algo más que una burda excusa para descuartizar a uno o coser a balazos a otro.
Las demás figuras que encontraremos a los largo de INFERNORAMA, serán representaciones a mano alzada de asesinos en serie conocidos o ficticios, ordenes criminales como los Thug (Estranguladores) hindúes, y demás desfile de carne de cañón que pasarán ante nuestros ojos, como en el caso de Hope, como meras figuras pixeladas destinadas a convertirse en una mancha en la pared para lograr llegar a nuestra meta.

Concluyendo, que sé que me estoy repitiendo, INFERNORAMA es un buen intento de crear algo, ya no revolucionario, pero sí al menos original e innovador y que, pese a sus buenas intenciones y su narrativa ágil y entretenida, se queda a mitad de camino de lo que promete. No quiero llegar al punto de decir que me he sentido engañado al final, pero sí algo defraudado, insatisfecho y con la sensación de haber leído un borrador y no una novela. Como si hubiera jugado a una versión shareware, y no a un juego completo. ¿Quién sabe? Igual INFERNORAMA hubiera funcionado mejor si, en ver de construirse como una novela, se hubiera creado como un blog donde cada cierto tiempo se añadiera un nuevo capítulo escrito por autores distintos. Una nueva fase, dando como resultado una lectura más completa, amena, abriendo un amplísimo abanico de posibilidades a la hora de mezclar literatura y videojuego hasta completar ¿666 capítulos? Eso es excesivo... pero 60...




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