domingo, 13 de septiembre de 2015

Reseña: LO QUE DICEN LOS DIOSES de Alberto Ávila Salazar.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

 LO QUE DICEN LOS DIOSES de Alberto Ávila Salazar.

«Una obra tan original como sorprendente en la que conviven fantasmas del pasado, hombres y dioses».
David H. de la Fuente

Dicen que el tiempo lo cura todo, pero no es verdad, hay crímenes que son demasiado terribles.
Lo que dicen los dioses trata de uno de estos crímenes que parecen destinados a obsesionar a las generaciones venideras.
En el Madrid de los años cuarenta, un carnicero emprende una brutal carrera asesina. Introvertido y seco, pero respetado y buen trabajador, alberga terribles fantasías morbosas. Varios años después un comisario de policía y una extraña médium, al rescatar del olvido aquel asunto, quedan trágicamente atrapados en él. Han visto más de lo que podían soportar y algo en ellos se ha roto, su mirada perderá toda inocencia. En 1975 una joven periodista vuelve a exhumar aquellos crímenes y descubre que detrás de ellos hay mucho más de lo que parece. Con el paso del tiempo se darán cuenta de que se enfrentan a un crimen cuya solución siempre es esquiva.

A todos nos gustan las historias de fantasmas (Si, a los que vais de miedicas y crédulos también). Desde tiempos inmemoriales  las historias protagonizadas por espíritus, difuntos que se niegan a abandonar el mundo terrenal o asesinos que, después de muertos siguen haciendo de las suyas, no han parado de invadir la mente de escritores, cineastas y algún que otro buscador de dinero fácil, confirmando a estas formas compuestas por ectoplasma como uno de los seres sobrenaturales más conocidos y que con más credibilidad sin duda se sitúan por encima de vampiros, licantropos, zombis o alienígenas.

Por supuesto, como todo, la imagen del fantasma tiende a evolucionar y, mientras que el lector busca algo en concreto en su imagen, la idea misma muta, cambia y se adapta a las necesidades de éste, creando cierta sensación de terror y congoja a la carta que todo usuario busca.
Espectros que se aparecen ensangrentados, en una imagen similar a cuando su cuerpo mortal murió. O esa mujer vestida de blanco y largos cabellos negros cubriéndole la cara, que más parece el mismo pobre espectro pluriempleado apareciéndose ante todo Japón. Sin olvidarnos de cierta alma errante con nombre de problema capilar que divertía en horario infantil o los simpáticos inquilinos que le hacían la vida imposible a cierta niña rubia jodiéndole la televisión.
Vista la proliferación que existe de historias donde el más allá arremete contra lo que sea para ganar protagonismo, es fantástico encontrar muestras de estos elementos incluso cuando no lo esperamos. ¿Verdad? ¿VERDAD?

Pues no...

¿Recordáis cuando en la anterior reseña comentaba que muchas veces que buscaba una buena lectura de novela negra acababa topándome con asuntos sobrenaturales? Pues éste es de nuevo uno de esos casos, y una magnífica muestra de que a alguno habría que hacerle algo muy doloroso por escribir sinopsis que poco o nada tiene que ver con el contenido de la obra.

Si echáis un ojo a dicha sinopsis, el resumen de la historia puede incitar a pensar que estamos ante el clásico caso del asesino en serie que cometió unos crímenes tan truculentos que casi se le podría recordar como una versión moderna y enfermiza de Jack el destripador, metiendo en escena al o a los correspondientes sujetos que investigan el caso para dar con el paradero y destino del vil malhechor. Eso pensé yo, aunque la palabra "médium" ya me advertía de que algo no iba a cuadrar perfectamente en la trama. Pero ¡Joder! no sabía hasta que punto.

Lo primero que nos llama la atención en un primer contacto con LO QUE DICEN LOS DIOSES es su extremada sencillez narrativa. Nunca he sido demasiado seguidor de novelas de prosa extremadamente rebuscada, metáforas que solo entienden e autor y unos pocos eruditos más o recursos literarios más propios de dos siglos atrás. Pero tampoco pensé que mientras leía un libro deseara con todas mis fuerzas algún tipo de esfuerzo por parte de su autor, por mínimo que sea para, ya no sorprendernos y dejarnos con la boca abierta, sino al menos para demostrarnos que lo que estamos leyendo es una novela de ficción, no la columna de opinión de algún periódico sensacionalista. Más que de sencillez, la sensación que deja es de simpleza. Puede que alguno piense que son la misma cosa, pero no tienen nada que vez. La sencillez ayuda a la lectura, la simpleza convierte cada página en un obstáculo más que salvar para llegar al deseado final. Se supone que lo que me están contando es una historia terrorífica, no un cuento infantil. Y es una novela, no un boceto o esquema de ésta.

Como dice el prologuista, David G. Panadero, el autor Alberto Ávila se arriesga a combinar elementos que, en principio no deberían cuajar. Pues ya os lo afirmo. No cuajan. Y no solo no llegan a captar en ningún momento la atención, sino que desde el primer cuarto de obra (y hablamos de poca extensión, apenas 220 páginas) la historia se hace cada vez mas cuesta arriba, complicando innecesariamente una trama que hubiera quedado mejor si se hubieran limitado a una sencilla historia de crímenes  que podrían haber pasado por reales y no encubriendo un manual para la perfecta babysitter de fantasmas o inventándose extraños mundos que solo uno puede ver cuando lleva un par de copas de más.

Aunque si nos podemos piadosos y hacemos un esfuerzo en imaginar que la historia principal no es del todo horrible por muy mal aprovechada que haya sido, sí hay algo que por más que me esfuerzo a imaginar, no tiene solución: Los personajes.

Me cuesta recordar un elenco de protagonistas tan huecos como los que pueblan LO QUE DICEN LOS DIOSES. La personalidad de estos es prácticamente nula, cáscaras vacías de ciudadanos cuyos propósitos, fines y sentimientos nunca se muestran, tan planos que realmente te da igual lo que le pase a cualquiera de ellos, ya que ninguno en absoluto inspira ningún tipo de empatía, no se genera ningún nexo entre lector y protagonista. Da la sensación de que los personajes están ahí porque alguien le dijo que en una novela tenían que existir, que si no, sospecho que el grosor de la obra habría sido un paseo comentado por las calles de Madrid de después de la guerra civil.
Creo que ésta metáfora ya la he usado alguna vez, pero cuando leo una novela a veces me gusta imaginármela como una película o una obra de teatro. Cuando recurro a ésta práctica mientras leo la novela de Alberto Ávila, tengo la constante sensación de que los actores están muertos de vergüenza, mirando constantemente a la caja del apuntador porque se les olvida frases y donde los decorados están pintados con plastidecor.

Y los diálogos es otra cosa que no tiene desperdicio, pero más que nada porque no genera lo suficiente para llamarlo desperdicio o de cualquier otra manera. Un apunte: Cuando un escritor escribe los diálogos, no hay nadie por detrás que vaya contando las palabras y cobrándole en consecuencia. No hace falta minimizar las frases de las conversaciones hasta el punto de escribir casi monosílabos, los lectores estamos ávidos de información, no de charlas entre besugos más triviales que relatar el buen día que hace. ¡Ah! y tampoco hace falta poner el nombre del receptor constantemente al finalizar una frase, primero porque más o menos seguimos la linea de conversación, y segundo porque abusar de ello le resta la poca credibilidad que pueda tener la historia.

A fantasmas que harían descojonarse de risa a Iker Jimenez, una historia sobre cultos paganos sacado de los caballeros del zodiaco y un  desarrollo que a cada linea pierde más y más interés se le une uno de esos asesinos cuyo autor pretende dar la imagen de una persona implacable, letal y aterradora, pero que termina siendo un mierda inútil, torpe, sin ningún tipo de motivación y que no para de cometer errores.

LO QUE DICEN LOS DIOSES es de esas novelas que cuya primera impresión genera grandes expectativas (Causadas posiblemente por la aparente sinopsis, la llamativa portada a la que borraría de un plumazo esos ojos resacosos y porque pertenece a la misma colección de la que salió UN MUNDO PEOR de Claudio Cerdán con la que tanto disfruté) pero con la que cuanto más avanzas, te empiezas a sentir primero confuso, luego decepcionado y terminas estampando el libro contra la pared al llegar a un desenlace irrisorio, absurdo y apuradísimo, donde al mismo tiempo el destino de algunos personajes no queda claro (como dije antes, por mí como si se la pica un pollo a cada uno) y varias tramas se quedan en el aire.

¿Que LO QUE DICEN LOS DIOSES es un debut? Muy bien, no estoy echando la culpa ni al autor, ni al director de OffVersatil ni a nadie. Yo estoy aquí para dar una opinión sincera de mis lecturas, y ésta en concreto me ha parecido una perdida de tiempo. Una obra de ésas que no queda en el recuerdo y que acabará formando parte de esa pila de libros que no sabes a quien regalar por miedo a quedarte sin amigos.

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