Estamos cansados de oír que vivimos en tiempos llenos de miedo, de desesperanza y caos. sumidos en un sin fin de informaciones que no apuntan a nada bueno y que, lejos de abrir las puertas a una luz que nos guíe a una solución, nos hunde en los mas profundos miedos.
Es normal que en un caldo de cultivo semejante sea harto
imposible destacar en un genero literario como el terror. Si, se que suena a
tópico decir eso de "a Drácula se le han picado los colmillos, ya no da
miedo" o "¿Por qué debería impresionarme con una película snuff
cuando a la hora de la comida tengo lo mismo en cualquier telediario que
emitan? Y esto es así. Los escritores mas especializados ya no saben que hacer
para sorprender al lector, para crear escenas desagradables... en definitiva,
para hacernos disfrutar pasándolo mal. Seguimos leyendo a Sephen King, no por
pasar miedo, sino por lo atrayente de sus historias. (El resplandor dio
autentico miedo en su tiempo, mientras que Doctor sueño lo único que da es
risa.)
Por suerte, aun podemos encontrar autores de fama mundial
que aun son capaces de plasmar relatos de autentica pesadilla, o al menos,
capaces de hacernos sentir incómodos en nuestro sofá mientras leemos, tales
como Clive Barker, Brian Keene o Adam Nevill. En el ámbito internacional
también gozamos de buenas mentes capaces de provocar pesadillas de lo mas
variopintas. Alejandro Castroguer ya consiguió retorcernos el estomago con su
Manantial, Tony Jimenez demostró tener mucho que decir en Cinco tumbas sin
Lapida... pero las figuras de dos escritores nunca olvidarán el altar de lo que
para muchos es el terror nacional. Me refiero a David Jasso y a Santiago
Eximeno. Ambos tan semejantes y tan distintos entre si que a veces piensas que
uno es un alter ego de otro.
Tanto Jasso (La silla, Día de perros, Feral, Abismos) como
Eximeno (Bebes jugando con cuchillos, Umbría, Escarabajo de siete patas rotas)
tienen un estilo literario propio. Se alejan de los estereotipos de la
literatura de terror para masas que, lejos de ofrecernos una lectura limpia,
con finales felices y escenas mil veces vistas en otros sitios y nos ofrecen
una lectura de ficción mínima que se podría definir de "cosas chungas que
pasan día a día aunque queramos cerrar los ojos", un terror sucio que nos
llena de sangre y demás sustancias hasta por dentro de los zapatos, sin piedad,
sin concesiones y con unas descripciones tan gráficas y brutales que tengamos
que para la lectura en ocasiones para asumir lo que estamos leyendo.
Imaginaos entonces mi sorpresa al enterarme que allá en el
2007, nació una novela titulada CAZADOR DE MENTIRAS, con una sinopsis del
montón y una portada que me pasaría desapercibida si no fuera por los dos
nombres que firman la obra. Jasso y Eximeno trabajando a cuatro manos con la
promesa de que nunca volveré a dormir bien. Demasiado bonito para ser verdad
pensé...
"Me cago en la puta" pensé tras pasar la ultima
pagina de la novela.
CAZADOR DE MENTIRAS es de esas novelas que ya tachas de
clásico incluso antes de acabarla, y que incluye lo que por una vez prometen
los medios: terror, angustia, agobio e incluso asco. Aquí los autores, como si
de un George R. R. Martin pasado de rosca fueran no muestran piedad ninguna, ni
por los personajes ni por el lector. ¿Te gustan los gatitos? Pues no te
preocupes que te regalo 4 paginas enteritas de su desollamiento. ¿Te cae bien
ese niño? Pues en vez de cogerle cariño ve a por una fregona y unas cuantas
bolsas de basura que pronto te van a hacer falta. Y así en sus casi 450
paginas.
Comentaba anteriormente que la literatura de estos genios
destacaba por su realismo o cotidianeidad. Eso no quita que esta obra tenga su
apartado sobrenatural, es mas, la figura del Cazador de Mentiras y, sobre todo,
de sus sabuesos son de lo mas escalofriantes que he leído en mucho tiempo,
dejando a los cenobitas de Barker a la altura de hermanitas de la caridad.
Esta novela es tensión en estado puro, un logro solo al
alcance de unos pocos. Si, reconozco que tiene sus partes espesas y un poco
lentas, pero esto no resta calidad al libro, ya que se compensa con la curiosa
manía de los autores de parecer conocer los rincones mas oscuros de nuestras
mentes, nuestras costumbres desde niños y nuestros miedos mas profundos.
Sobresaliente.
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