Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:
FUEGO de Joe Hill.
Nadie sabe dónde y cuándo se originó, pero una plaga se ha extendido por todas partes. Los médicos la llaman «Trichophyton draco incendia»; los demás, escama de dragón, una espora que marca la piel de los contagiados con manchas negras y doradas antes de hacerles estallar en llamas. Y no hay antídoto.
La enfermera Harper Grayson está embarazada y ha visto a centenares de pacientes arder... o los veía antes de que el hospital se incendiara. Ahora sólo puede fijarse en las marcas que han empezado a recorrerle la piel. Mientras todo a su alrededor se ve envuelto en el caos por la enfermedad y los grupos que pretenden exterminar a los contagiados, Harper coincide con un misterioso desconocido que deambula entre los escombros con indumentaria de bombero y las marcas de la espora. Sin embargo, no arde. Es como si hubiera aprendido a usar el fuego a modo de escudo para las víctimas... y de arma contra los verdugos.
No es desconocido por los lectores (entre otras muchas cosas que tienen que ver con deseos de una situación económica más propia de un narcotraficante o con estanterías que haría llorar al más ambicioso de los diseñadores de interiores) la necesidad de un guía, de unas señales que puedan ser usadas como marcadores de ruta, para reconocer elementos del terreno y no rodearse solo de referencias desconocidas.
Esto se traduce en que muchos, a la hora de empezar un libro de un nuevo autor, buscan en sus líneas y estilo cierta influencia de otros escritores conocidos, o lo que es lo mismo, poder decir a la hora de buscar las razones por las que nos haya gustado o no un libro que es porque nos recuerda a algún escritor que admiramos u odiamos.
Es normal que por ello muchos escritores noveles o que llevan relativamente poco escribiendo sus historias vean en ese ejercicio lo más parecido a un halago o un impulso a seguir adelante. Aunque no falta quien se tome eso demasiado al pie de la letra y se plantee como objetivo (casi siempre erróneo), el parecerse todavía más a sus referencias.
No me cabe duda tampoco de que también existen aquellos escritores que se toman estas comparativas como estigmas de los que siente hasta vergüenza mostrar, una serie de obstáculos que dificultan su carrera y sobre todo la búsqueda de un estilo propio. Y veo en Joe Hill un claro ejemplo de esto.
Todos los que alguna vez hemos leído algún libro suyo hemos buscado intencionadamente semejanzas, influencias, rasgos en sus escritos que nos recuerden de cualquier modo a los de su padre, Stephen King, y de ese modo inintencionado solo hemos conseguido que el alumno se mantenga a la sombra del maestro, y al final son muchos de sus seguidores los que no permiten que Hill eche a volar para desligarse completamente de su apellido paterno.
Algo por otro lado totalmente injusto, porque Joe Hill ha demostrado desde sus primeros trabajos que poco o nada tiene que ver con su padre cuando se trata de crear mundos, excepto en el hecho de ofrecer novelas sobresalientes donde el terror predomina por encima de todo. FANTASMAS fue una colección de relatos que ya gozaban de un estilo y una manera propia de enfocar las historias donde los elementos fantásticos en ningún momento son frenados por el factor realista. EL TRAJE DEL MUERTO o CUERNOS no hicieron sino fortalecer y justificar esta opinión, demostrando que la historia no es solo lo que se resume en la sinopsis, sino que cada elemento, cada personaje tiene algo que contar, y enriquecer la trama principal. Con NOS4A2, el escritor firma su obra maestra , convirtiéndolo en uno de los más dignos sucesores del payaso de Derry, al menos a mi parecer. Una excelente e imaginativa aventura llena de fantasía, horror e ideas brillantes.
Sin duda todas estas obras han supuesto para Joe Hill, pasos, zancada e incluso saltos en un currículum literario que, repito, injustamente ha sido comparado sin cesar con el de su padre. Injustamente,... tal vez hasta ahora.
FUEGO (Título adecuadamente adaptado del original THE FIREMAN, cuya traducción literal habría hecho imaginar a cualquiera que está ante la narración de las desventuras de un gigoló especializado en fiestas temáticas) es su más reciente novela. Una historia que, a diferencia de sus otros trabajos, se aleja de los dramas íntimos o que afectan a un número bastante limitado de personajes para ofrecer una visión personal del fin de mundo , convirtiendo al gran azul en un yermo de cenizas.
Porque es así . Aquí no encontraremos a un hombre atormentado por las visitas de un fantasma bien vestido, ni a un joven que busca al asesino de su novia valiéndose para ello de una peculiar habilidad. Ni siquiera seremos testigos de las peripecias de un psicópata venido del otro mundo, su Rolls Royce Wraith y sus toneladas de rencor y mala leche. En esta ocasión, lo que FUEGO nos ofrece es simple y llanamente el fin del mundo, una epidemia a nivel mundial, una espora que convierte a los afectados en antorchas humanas y que demuestra , en contra de ciertos dichos populares, que el fuego no purifica, solo mancilla, destruye y arrasa con todo lo que encuentra a su paso.
No obstante Joe Hill nos presenta un apocalipsis bastante relativo, puesto que pese a que los recordatorios de un inminente fin son abundantes, la sociedad no ha sucumbido del todo, o al menos es eso lo que quieren hacernos pensar. Equipos de salvamento, investigadores, ejércitos del gobierno o patrullas vecinales o estatales pretenden, desde el comienzo de la infección, mantener cierto orden y estabilidad usando para ello maneras terribles y siendo este uno solo de los elementos que a medida que avanzamos en la historia suponen un cúmulo de contrastes que pueden provocar cierta confusión en el lector, no teniendo claro éste si está ante el principio del fin o ya ha llegado a una nueva era postapocalíptica.
Por suerte, FUEGO es una de esas historias que van enriqueciéndose y alimentándose a si misma a medida que avanzamos, siendo su primer tercio un compendio de incógnitas, misterios y preguntas en apariencia arbitrarias, y es curioso, porque esta primera toma de contacto que puede abarcar fácilmente las primeras doscientas o trescientas páginas, mientras que a algunos les pueda parecer la parte más densa y cargante del libro, en mi caso es donde más cómodo e interesado me he sentido. Quizá se deba a que es el periodo en que al lector se le permite rellenar él mismo los huecos libres y usar la imaginación, donde se conocen a los personajes principales, pero no lo suficiente como para saber de lado de quién estar. Y por supuesto, contemplamos sumergidos en la más completa ignorancia los primeros efectos de la llamada Escama de Dragón.
Y esto pasa porque Joe Hill llegados a un punto empieza a desarrollarlo todo dándonoslo todo demasiado mascado, arrebatando al espectador cualquier posibilidad de sacar sus propias conclusiones, eliminando aquellos elementos de una razón de ser que solo puede ofrecer lo inverosímil y fantástico.
Aún así, todo esto se compensa con un derroche de originalidad propia del autor, el cual no escatima en detalles de todo tipo, desde lo concerniente al Trichophyton Draco Incendia y su funcionamiento, como dotando a cada personaje indiferentemente de su importancia en la historia principal, de trasfondo, vida y pensamiento propio y diferenciado, pese a que el factor contraste también afecta a este apartado. Si, el mimo con el que Hill trata a sus creaciones es fantástico, ofreciendo algunos ejemplos de elaboración de personalidades realmente memorables, pero por desgracia en no pocas ocasiones en las que la creación del escritor le invita a éste a seguir el camino que ellos elijan (algo así como ver como la historia se escribe sola, dejando espacio incluso a la improvisación, para que nos entendamos), no se lo permite y obliga a cada elemento a seguir un guión, a no tomar una ruta alternativa que desemboque en lo inesperado de improvisar o un giro que ni el mismo que lo escribe espera. ¿Qué provoca esto aparte de unas acciones y reacciones un tanto bruscas y forzadas nacidas solo para no salirse de un guión preestablecido? Pues dos cosas principales:
Por un lado tenemos una historia tremendamente predecible, plagada de clichés y nudos con los que no es nada complicado adivinar el siguiente paso que dará uno u otro personaje. Da la impresión de que FUEGO es el ejercicio más comercial y dirigido a un publico más general de los que ha escrito Joe Hill, y eso se nota en como lleva adelante una historia que de por sí apenas arriesga.
El otro factor que se ve afectado por este guión que no se sale del mapa es, por supuesto el papel que desempeñan sus protagonistas. Y es aquí además donde encontramos un deje aparte del sello personal del escritor a favor de la pluma de su padre. Son sus relaciones reflejadas e actos y diálogos los que cargan con casi todo el peso de la trama. Buenos, malos víctimas o verdugos, cada uno de ellos tiene algo que decir o que hacer en FUEGO más allá de disfrutar de su minuto de gloria, y es a través de los ojos de los protagonistas principales, destacando las figuras de Harper, el bombero y algunos más que se nos describe el trasfondo que rodea cada situación, centrándose más en lo que estas les hace sentir a cada uno que limitándose a describirlo al pie de la letra.
... Aunque aprovecharía este momento para criticar lo mal que se ha tratado a un personaje como Jakob, destinado a tener una relevancia brutal y tan lleno de promesas de momentos imperdibles para acabar relegado a un simple punto de parada obligatoria para la continuación de la trama y poco más.
Resultan extrañas las ideas que a un lector les puede pasar por la cabeza mientras lee un libro y relaciona las situaciones vividas con el entorno cotidiano. Es por eso que FUEGO parece querer llevar la convivencia de los grupos de personajes a derroteros tan conocidos como son las redes sociales. No faltan aquí nuevos agregados, veteranos en muchos campos, los adorados y sus incondicionales seguidores, así como aquellos marginados cuyas opiniones son rápidamente descartadas y tildadas casi de herejía cuando van en contra de los ideales no propias, sino muchas veces heredadas de esas figuras de culto. Y trolls, no faltan quienes solo quieren echar por tierra el trabajo logrado con gran esfuerzo, buscando una recompensa prometida o creyendo que así hacen el bien.
Todos estos elementos tan propios de los lugares de reuniones que abundan en Internet son llevados a las páginas de FUEGO a un extremo al que solo se podría llegar en un ambiente donde el siguiente minuto podría ser el último y cualquier hostilidad podría acabar en un desastre de proporciones catastróficas. Una manera ésta de hacer de su lectura una experiencia gratificante para quien espera numerosos giros de acontecimientos, sorpresas y un ritmo y estructura aceptable pese a su linealidad y previsibilidad.
Además, como es costumbre y parece ser ya cosa de familia, todo sea dicho de paso, la historia se apoya constantemente en multitud de referencias de todo tipo, literatura , música y el cine (son numerosos los guiños y homenajes a la obra de J. K. Rowling y al clásico de Disney Mary Poppins), elementos en apariencia insignificantes, pero que a su manera enriquece y ameniza la lectura y consigue a su modo acercarnos un poco más a la vida de los involucrados y hacerla verosímil.
No me cuesta reconocer que, pese a que es el trabajo que menos me ha gustado de Joe Hill, he disfrutado muchísimo con FUEGO, y aunque no deja de ser un paso atrás en lo concerniente a la búsqueda de un estilo y personalidad propio, no deja de ser un paso necesario que nos presenta de nuevo a un escritor capaz de seguir creando cuentos actuales de un atractivo envidiable, por ejemplo visualmente, ya que la historia por si estructura, ambientación y escenario fácilmente podría recordar a novelas como LA CÚPULA o LA NIEBLA, y por lo tanto no cuesta nada imaginársela convertida en serie o película. Pero también imaginativa, donde la mezcla de terror, fantasía y drama pocas veces resulta demasiado chocante o forzada.
¿Problemas? Los ya mencionados, su progresiva pérdida de interés pasado el primer tercio de la obra, volviéndose demasiado densa en más momentos de los que a uno le gustaría, unos personajes cuyas decisiones y evolución a veces no casan con la lógica y por supuesto, esa involuntaria necesidad de referirnos a su autor como "el hijo de Stephen King" en lugar de sencillamente Joe Hill.
Obviamente no puedo sino recomendar FUEGO. No solo porque sea una muy buena historia llena de momentos verdaderamente terroríficos y mágicos, sino que es la mejor elección para quien aún no se ha aventurado con ningún libro o relato de esta eterna promesa de la ficción, por ser su título más accesible y equilibrado, aunque ello signifique no ser éste su momento más arriesgado y valiente.
Pero soy paciente, y estoy deseando volver a sentir ese nudo en el estómago que tan bien supo causarme NOS4A2.
Joe Hill Saludando al Dr. Motosierra
Carlos, Rock ok! Thank you for reading, Doctor Motosierra.
Carlos, Rock ok! Thank you for reading, Doctor Motosierra.
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