martes, 6 de diciembre de 2016

Reseña: MONTAÑA RUSA de Fernando López Guisado.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

MONTAÑA RUSA de Fernando López Guisado.

Primera incursión oficial en la narrativa del conocido poeta Fernando López Guisado. Un grueso volumen que reúne veintiocho relatos de temática oscura en el que el concepto de monstruo se aborda desde una perspectiva ambivalente de ternura y crítica como referencia enfrentada con el propio ser humano y sus miserias interiores. Con una prosa cuidada y rítmica en un estilo variado, que alterna el lirismo más delicado con una pulsión profundamente gamberra, los cuentos que componen Montaña rusa suponen un viaje trepidante repleto de humor a una realidad oscura e irónica reconocible en su cotidianidad, tan dulce como amarga, capaz de dejar atrapados a los más indiferentes. 

Si algo he aprendido a lo largo del tiempo que llevo disfrutando de la literatura es que no se puede dar por hecho nada eternamente, ni siquiera los gustos de uno mismo.
Desde crío siempre he sido seguidor del género de terror, pero no con los libros como mi principal guía, sino con el cine, y no con películas o personajes cuyo tormento puede contarse como una macabra pero bella fábula como puede ser Nosferatu o Frankenstein, sino con psicópatas que no paran de volver a la vida porque hasta en el mismísimo infierno están hartos de ellos. Descubrí a una edad muy temprana las más terribles de las muertes y sus a veces humorísticas maneras de provocar miedo con Freddy Krueger, Jason Voorhees o los Critters.

No es de extrañar que unos comienzos así forjaran unas preferencias en el género que siguieran una dirección más cruda, directa, sanguinaria y moderna que la de clásicos de la Hammer o las supuestamente escalofriantes miradas de Bela Lugosi.  En la literatura esto no era muy distinto, y optaba por historias de fácil entendimiento donde el monstruo de turno era descrito hasta el mínimo detalle en lugar de ser simplemente insinuado... vamos, que prefería leer a King en lugar de a Poe, Lovecraft, Maupassant... y de más difuntos autores que pueblan colecciones célebres como las de Valdemar.

Pero como he dicho, todo cambia. Lo tiempos, las preferencias, los prejuicios... incluso la forma de de entender el terror, tanto de quien lo sufre como del que crea dicho miedo. No sería la primera la primera vez que lanzo una puñalada en forma de crítica negativa a escritos cuyas ideas son más que aceptables, pero la ejecución está tan cargada de florituras innecesarias, lenguaje de otra época, adornos del todo a 100 que, pese a ser descaradamente evidente que son usados para ocultar las carencias del escritor, terminan perjudicando el resultado final en lugar de mejorarlo.

Por suerte no todos son así, y obviando a autores  clásicos anteriormente  mencionados, existe quien es capaz de ofrecer emocionantes relatos que narren temas trágicos y macabros y llenen con su imaginación escenas escalofriantes, pero que a su vez son capaces de dotar a los textos de una extraña y emotiva belleza, que lejos de alejar de malas maneras al lector de la trama y su atmósfera, constituye un aliciente, un potenciador de las emociones que el escritor quiere transmitir.

Y nuestra pequeña aportación hispana al género fantástico puede presumir de tener el inmejorable exponente en este estilo a Fernando López Guisado, autor madrileño que mucha gente conocerá por su faceta poética con premiadas aportaciones como ROCÍO PARA DRÁCULA y que ahora, tras varias participaciones en diversas antologías de distintas temáticas recopila su faceta narrativa en MONTAÑA RUSA.

Y creedme cuando digo que el título no podía ser más adecuado, ya que lo que vamos a encontrar en sus páginas es un sinfín de emociones que van desde la ansiosa espera de una fuerte caída, hasta la vertiginosa velocidad en que sensaciones y sentimientos pasan delante de nuestros ojos. Por suerte hablamos de emociones que, al contrario de algunas muestras que circulan por las más destacadas estanterías, no están edulcoradas de manera artificial, cubriendo carencias con falsos velos de belleza, colocados muchas veces en los momentos menos oportunos. En contra, López Guisado crea una prosa ágil pero sin perder la elegancia heredada de sus orígenes poéticos, sin abusar, sin recurrir a ello en todo momento, sino creando un todo que no pierde naturalidad tanto en las narraciones como en los diálogos.
Para que nos entendamos, aquí no vamos a encontrar cosas como a un joven estudiante de la época moderna hablando como un caballero burgués de la era victoriana, no nos pararemos en interminables descripciones llenas de metáforas y simbolismos que de las emociones que cada mínimo elemento inspiran a los personajes.

MONTAÑA RUSA es una antología de relatos que se nos presenta como una colección de historias de terror, aunque tras leer unos pocos de los nada menos que 28 que la componen, nos daremos cuenta que la definición es extremadamente superficial. Si, López Guisado usa con frecuencia elementos importados directamente del cuento de terror: monstruos, asesinos, leyendas o folclore... pero su lectura hace anteponer sensaciones muy por encima del miedo. Nostalgia, melancolía, tristeza o sensaciones de pérdida son en muchos casos emociones que se destacan ignorando cualquier sencilla etiqueta. Incluso no pocas veces, cuando uno de los relatos intenta mantener cierto carácter humorístico, este termina eclipsado por un carácter más dramático del que en un principio parecía insinuar.

La variedad, por tanto, se convierte en otro fuerte aliciente en esta compilación, bastante abundante por otro lado, que transforma uno de los denominadores comunes de este tipo de títulos, el de que es raro que no haya al menos un relato que te guste, en el convencimiento de que esta vez lo raro sería que hubiera algún texto que no se disfrute. Aunque altibajos como en toda montaña rusa siempre hay...

Tenemos una aparente preferencia por el autor de los temas más tradicionales a la hora de contar historias de terror, como son las leyendas o como se las conoce en la actualidad, leyendas urbanas. Buena prueba de ello son títulos como TURNO DE NOCHE, COMEGENTE o WINDIGO, relatos que pese a ser leídos por primera vez, mantienen esa sensación en el lector de estar ante textos conocidos, un déjà vu de conocimiento popular o un sencillo "Esto me suena". Categoría a la que podríamos añadir REFLEJO DE LORELEI, un claro ejemplo de lo que como decíamos en la presentación, pueden cambiar las formas de ver y entender la literatura con el paso del tiempo, puesto que lo que hace unos años hubiera repudiado, hoy llega incluso a emocionar, como gran muestra de misterio gótico.

Y si hablamos de terror, no pueden faltar los obligados homenajes a los principales causantes de que Fernando López Guisado haya decidido expresar sus ideas y plasmar su imaginación en forma de escritos. Así, podemos encontrar claras influencias a Lovecraft un jugando con el espacio y el tiempo en VILLANCICO, un relato muy interesante aunque de desarrollo un tanto irregular. O bien los mares tenebrosos y los cuentos de marineros que tanto emocionaban a Willian H. Hodgson están muy presentes en LA MELODÍA DE ULISES, narrado con el romanticismo y el suspense propio de todas las historias venidas del siempre misterioso gran azul.

A día de hoy, que una colección de relatos de terror recurra a la temática zombi puede considerarse por algunos como símbolo de debilidad. MONTAÑA RUSA no iba a ser menos a la hora de aportar su granito de arena a la literatura Z, pero si bien MAGDALENA puede no llegar a estar a la altura, PARIZ y sobretodo REPOSTERÍA AMERICANA son dos historias sin desperdicio, muy emotivas, alcanzando ese punto exacto donde el drama y la comedia se mezclan en escenas llenas de sentimiento y devuelven irónicamente a la vida al género de los muertos vivientes.

A estas alturas nos ha quedado claro que López Guisado es de esos autores que igual te plancha un huevo como te fríe una camisa. De igual modo es capaz de llevarte el tema de la brujería a una situación rutinaria en la época actual con LA BRUJA, que te elavora un western en otro planeta como hace de manera victoriosa en VACAS, una de las varias aportaciones que el autor realiza a la ciencia ficción. Amores imposibles, inteligencia artificial, los multiversos, son temas con los que juega en éste género como podemos comprobar en el mencionado relato, ÚLTIMA LLAMADA o LUGARES COMUNES.

No faltan tampoco relatos que dejan una extraña sensación de que alguien ha arrancado páginas, de cuento incompleto o de tramas que pueden dar incluso para novelas. El mejor ejemplo de ello es PRINCESA DE CUENTO, que podría funcionar fácilmente como prologo para una historia de fantasía urbana. De igual manera encontramos unos personajes muy aprovechables en uno de mis relatos favoritos, EL NEGOCIO FAMILIAR, lleno de humor negro y con todas las papeletas para convertirse en algo más grande del género ya mencionado.

Y si hablamos de relatos favoritos no puedo evitar nombrar PLASTILINA. No es la primera vez que le leo, y mi opinión no ha cambiado un ápice. Estamos ante una pequeña obra maestra del relato corto, un rompecorazones hecho con la misma cantidad de ternura que de mala baba.
Y atrás no se queda el relato que da título a la colección, MONTAÑA RUSA, donde se demuestra que crear tensión tampoco esconde ningún secreto para el escritor madrileño.

Vale, admito que algunos relatos parecen cumplir el triste papel que el de engordar el tomo, ya sea porque no es fácil mantener la calidad sobresaliente de unos o por no interesar o impactar tanto como otros. Es el caso de PARA SOLTEROS EXIGENTES, un cortísimo texto aparentemente hecho como experimento para pasarlo bien (cosa que consigue con el lector pese a ser consciente de estar ante una, perdón por la definición, chorrada) o SANTA CLAUS IS COMING TO TOWN, un sinsentido demasiado facilón.

Tantos relatos dan para una amplia gama de experimentación, tanto en la narración como en lo que se quiere contar, y resulta casi inevitable que uno se sienta en la necesidad de plasmar experiencias personales o de carácter autobiográfico. Desconozco si es lo que ocurre en relatos como UNA PROMESA, LEGIONARIO DE GUARDIA o LA IMAGEN, pero lo que si es evidente es lo próximo que muchos de los temas que ahí se tratan nos tocan muy de cerca.

Cuando uno termina de leer MONTAÑA RUSA lo hace con un cóctel de sentimientos a flor de piel: Melancolía, tristeza, ira, pero también esperanza y lucha por nuestros mayores deseos. Relatos la mayoría de ellos llenos de vida y personalidad que hacen que no puedas esperar a leer el siguiente, pero al mismo tiempo deseando que el actual no acabe aún. Uno se siente a gusto dejándose llevar por la prosa de Fernando López Guisado, cómodo a la vez que expectante.
Pero no se me olvida otro sentimiento que queda al finalizar esta lectura, y puede parecer precipitado o demasiado mordaz: La de que aún hay gente que es capaz de escribir por el mero placer de ver en papel las imágenes que su imaginación le trasmiten, que aún hay plumas que se mueven por las emociones, cuya tinta deja tras de sí solo arte, no ansias de fama y dinero. Que a veces sigue siendo el talento, y no lo famosa que es una cara u otra, el principal hilo conductor por el que se guían algunas editoriales para publicar sueños encuadernados. Y este, consejo de amigo, no debéis perdéroslo.

1 comentario:

  1. Pedazo de reseña, me alegro de que te haya gustado tanto, a los que andamos en el filo de la navaja nos es complejo hacernos ver y salir de ahí, que se nos lea. Gracias por el gran trabajo que haces y por la crítica tan buena que has hecho al libro.

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