viernes, 21 de marzo de 2014

LA FORTALEZA de F. Paul Wilson



Autopsias literarias del Dr. Motosierra presenta:

LA FORTALEZA de F. Paul Wilson.

“Solicito traslado inmediato. Algo está asesinando a mis hombres.”

Éste es el mensaje que el capitán Woermann, al frente de una pequeña guarnición de la Wehrmacht, transmite al alto mando alemán desde el paso de Dinu, en Rumanía, donde ha sido enviado para ocupar una antigua fortaleza. Una oscuridad viva ha tomado el control del lugar, y los triunfantes soldados del Tercer Reich están cayendo uno a uno.

Como atraídas por los malignos efluvios de la remota fortaleza, tres personas encaminan sus pasos hacia ella: el mayor Kaempffer de las SS, al frente de un destacamento de Einsatzkommandos y decidido a derribar a toda costa cualquier obstáculo para su prometedora carrera en los campos de exterminio; el erudito judío Theodor Cuza, que irónicamente quizá sea el único con los conocimientos necesarios para salvar a lo que queda de los ocupantes nazis de la destrucción; y un misterioso hombre pelirrojo, anónimo y sin amigos, que tras percibir la alteración producida en la fortaleza acude a su llamada para continuar un enfrentamiento más viejo que la propia humanidad.

Antes de nada, aclarar que estamos ante una obra que vio publicada su primera edición allá por el año 1981, época en la que la mezcla de géneros y la experimentación tanto literaria como audiovisual pasaban por tiempos de autentica gloria. Tanto es así, que los mas exigentes críticos del mundo cinematográfico disfrutaron como nunca con estrenos como Excalibur, En busca del Arca perdida o Tron, eso sin contar un sinfín de bizarradas que invadieron el reino de la serie B del terror.

Entonces ¿Qué mejor momento existía para publicar las desventuras de un grupo de nazis siendo acosados por un ente sobrenatural después de que nuestro querido Indy les diera estopa? No es de extrañar entonces, que esta novela tuviera tanto éxito en su momento que, solo dos años después, su adaptación cinematográfica vería la luz.



Ahora, mas de 30 años después la editorial Alamut ha decidido redescubrirnos, lo que para ellos sin duda seria considerado como un clásico, pero que a los mas exigentes del genero nos resulta un cóctel insípido y carente del mas mínimo gusto, pese a estar adornado con una de las portadas mas llamativas que el gran artista Alejandro Teran (conocido por sus portadas de Sueño del Fevre o Luz de Estrellas Lejanas entre otras) nos ha regalado. Y es de agradecer, porque las portadas originales comprendían un campeonato al mal gusto artístico.



La Fortaleza comienza de manera inmejorable, presentándonos a un escuadrón de soldados nazis en su intento por controlar un paso estratégico situado en una enigmática fortaleza de la que desconocen su pasado e incluso quien y porque la construyeron, que viéndose brutalmente diezmados por un asesino invisible solicitan ayuda urgente.

Hasta ahí la obra ofrece al lector el reto de hacernos sentir miedo e incluso de ver a unos personajes que la sociedad nos ha mostrado como asesinos despiadados convertidos en  victimas inocentes de un mal que va mas allá de nuestra comprensión.

El problema viene cuando una obra que es aceptable por su simpleza termina convirtiéndose en algo aburrido de un ritmo mas lento que el discurso de un tartamudo por culpa de complicar la trama presentándonos personajes que pretenden llenarnos de incertidumbre pero que terminal resultando motivos de bostezos y una excusa para convertir lo que habría sino un relato o novela corta sobresaliente en uno de esos libros que no paras de comprobar impacientemente cuantas paginas quedan para acabarla. Vamos que al final  terminas interesándote mas por las pequeñas rencillas entre el capitán Woermann y el mayor Kaempffer que por la criatura que vaga por los rincones de la fortaleza, su énfasis por desmembrar todo lo que lleve uniforme extranjero y su ¿Espíritu patriótico? ¿Disculpe?

Si pese a todo os arriesgáis a darle una oportunidad a la novela no cometáis el mismo error que yo, que, sabiendo que existía una versión cinematográfica me arriesgue a ver algún fotograma por averiguar contra que se enfrentaban nuestros “amigos” los nazis. Y es que le hace perder muchos puntos descubrir en ese papel a una especie de resultado de la relación amorosa de un teleñeco hiperhormonado y Skeletor de los Masters del Universo.


Por conclusión, reconocer que F. Paul Wilson seguramente creó una obra de lo mas llamativa para los años en los que fue publicada. Lamentablemente, no todos los libros están destinados a convertirse en clásicos inmortales, y mas en un género tan competitivo como es el terror.

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