martes, 1 de agosto de 2017

Reseña: EL QUINTO PUNTO CARDINAL de Javier Sánchez.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

EL QUINTO PUNTO CARDINAL de Javier Sánchez.

Cuando la soledad y el entorno hostil corroen a una niña de ocho años, ésta busca una realidad paralela, un mundo al margen de los cuatro puntos cardinales. En esa íntima realidad hallará todo lo que necesita: respuestas increíbles, impalpables sensaciones, animales etéreos y una brutal amiga, invisible e imaginada, que quizás no lo sea. Es un submundo en el que ella es ella misma. Es una zona no permitida a los extraños. Es el quinto punto cardinal.

Hay cierta escena en las películas de terror de nuestra actualidad que sin darnos cuenta se ha vuelto de lo más recurrente.
En ella, una de las figuras paternas (no me preguntéis por qué, pero por lo general suele ser la madre) se acerca al cuarto de sus retoños alarmada por las voces que componen una conversación que en teoría no debería existir ante la soledad reinante de a casa. Y ocurre que mientras este pregunta algo del tipo, "¿Con quién hablas, cariño?" descubre a su hijo sólo con su juego de té o su trenecito eléctrico, y la sola compañía de los muebles y la imaginación del pequeño. Os suena ¿Verdad?.

No es difícil tras ver una de estas situaciones evocar al basto mundo lleno de posibilidades de los fantasmas o las posesiones demoníacas, el tema del que suele tratar los largometrajes que tiene presentes escenas similares a las narradas, pero otros preferimos aventurarnos un poco más y culpar a una creencia/necesidad/mito/síndrome/diagnóstico que existe en nuestra vida desde la infancia: los amigos imaginarios. Una figura que surge generalmente acompañado de las necesidades infantiles ante un entorno hostil asfixiante. Y si, algunas veces se nos ha presentado como una figura tierna y divertida, que enseña valores morales y ayuda al chaval a salvar los obstáculos que suponen la vida, pero ¿Por qué será que es en el género del terror donde se da más rienda suelta a la verdadera naturaleza instintiva e inocentemente cruel de la imaginación?. Y es que tiene su lógica porque aparte de ser un recurso utilizado puntualmente para dar significado a sucesos extraños y sobrenaturales, no hay muchas obras que se centren plenamente en la figura de este amigo inventado, a sabiendas de que en buenas manos (entiéndase en manos de quien sabe hacer auténticas acrobacias con el miedo) puede convertirse en un arma sumamente terrorífica.

Lamentablemente una obra como EL QUINTO PUNTO CARDINAL solo ha demostrado que en manos de autores como Javier Sánchez , este arma solo dispara salvas de fogueo.

Pongámonos en situación: La historia nos presenta a un padre y a una hija que huyendo de una serie de circunstancias bastante jodidas, deciden romper con todo y empezar de cero lejos de su antiguo hogar y se su vida pasada. ¿Y adónde les lleva el destino (y una de esas gangas inmobiliarias que no pueden rechazarse pero que al mismo tiempo ocultan un montón de morralla malrollera)? Pues a un pueblecito perdido de la mano de Dios donde la gente es muy suya y en la que falta tiempo para que empiecen a sucederse sucesos un tanto peliagudos.
Si, exacto, este pequeño resumen es la premisa con la que empiezan todas las sinopsis de películas de terror de sobremesa con  niños como protagonistas. No pongáis cara de extrañados mientras pensáis "Joder, es que todo eso me suena", porque no es que te suene, es que prácticamente habéis crecido con este argumento saltando de película en película como si de una pulga en una perrera se tratara.
Pero lo que más me fastidia es que no puedo dejarlo aquí. No puedo decir que Javier Sánchez es un autor carente de originalidad que se ha limitado a recopilar tópicos clásicos del género y decir "Pues ea, ya he escrito un libro, ahora a plantar el árbol" porque no es tan sencillo. EL QUINTO PUNTO CARDINAL está plagado de buenas ideas y mejores intenciones.

No voy a entrar en el tema de que el título que hoy tratamos resultó ganador del premio Juan José Plans, un certamen exclusivo de Circulo Rojo al parecer, ni de su importancia y/o relevancia, porque igual sería hace sangre innecesariamente y en el momento más inadecuado, pero sí quisiera mencionar un detalle que se vuelve primordial para entender mi opinión hacia la novela, y es que, ¿Cómo es que Javier Sánchez, alguien de quien se puede leer en su currículo que experiencia en el mundo de las letras no le falta ni buenas ideas tampoco, sin embargo denota una tremenda inseguridad a lo largo de toda la narración? Y no es solo en un solo aspecto en el que me baso para tener esa sensación, sino en el conjunto.

Sánchez nos traslada a un ambiente rural con una historia no menos agreste, podría decirse que el autor incluso embulle al lenguaje y atmósfera de cierto aire de relato de terror gótico, donde se da prioridad a la insinuación, a la recreación de un miedo sugerido en lugar de mostrado al detalle. Podemos encontrar así mismo fuertes influencias a clásicos del género como El Exorcista, La Profecía o a obras de terror más recientes como No Tengas Miedo a La Oscuridad, Darkness o The Haunting of Helena, historias que, a su manera saben distribuir el suspense en intervalos irregulares e inesperados, siendo el autor el que decide el momento en que se precise dar pistas, o el momento en que el espectador tiene permiso para juntar las piezas del rompecabezas o descubriendo que se ha dado de bruces con otro callejón sin salida.
Todo esto es lo que en teoría debería trasmitir EL QUINTO PUNTO CARDINAL en su recorrido. Desgraciadamente se vale de herramientas a veces poco adecuadas o mal ejecutadas.
Un ejemplo de ello es la sobrecarga narrativa que el autor lanza sobre nosotros desde la primera página, bombardeando cada párrafo con cantidades ingentes de adjetivos, como si necesitara describir o darle una característica especial a cada palabra que reproduce, cada acción, cada emoción. Tal exceso de dichas descripciones no solo denota esa mencionada falta de seguridad en la escritura, queriendo adornar, embellecer y engordar la narración, sino que consigue en lugar de eso una imposición de información muchas veces innecesaria que solo ralentiza la lectura, provoca desinterés y agota la mente generando con no poco mérito que un libro de tan solo 185 páginas se haga en ocasiones pesado y abrumador, retrasando casi hasta el último momento los puntos claves de la trama principal, reservándonos las últimas lineas para un clímax decisivo que debería hacernos dudar de todo lo que se nos ha contado hasta entonces...

... pero resulta que al final todo este guiso queda a medio cocer, sus ingredientes no han terminado de hacerse completamente, y esto se refleja en un buen numero de cabos sueltos y que buena parte de las subtramas o historias y leyendas que rodean al pueblo de Arsa y sus gentes queden contestadas solo parcialmente o a veces ni eso, como si el escritor estuviera demasiado ocupado buscando nuevas y originales adjetivos para engordar su libro.
Una pena la verdad, porque el folclore en que se apoya el argumento (ya sea una mitología rural inventada o inspirada en leyendas locales) supone la baza más interesante de la historia, adivinándose una riqueza de ideas que quedan a medio camino y prefiriéndose ser dejado de lado a favor de guiar al lector a través de escenas y situaciones cuyas bases difícilmente son desconocidas para amantes del terror acostumbrados a los sobresaltos y golpes de efecto, los cuales verán en EL QUINTO PUNTO CARDINAL una trama muy previsible e intuitiva.

Posiblemente otro de los factores a los que debería darme especial importancia en el cuento que nos narra Javier Sánchez es sin duda el de las relaciones y lazos familiares. Ese nexo o cuerda invisible que unen a un padre y a una hija ante el peor de los acontecimientos posibles, y más aún cuando sucesos inexplicables empiezan a poner en peligro aquello por lo que uno daría la vida si fuera necesario, es decir, la supervivencia del otro. Si, debería ser crucial mostrar esa relación paternal, sobre todo cuando la niña protagonista, Celia, no solo ha pasado por uno de esos momentos determinantes que pueden marcar su camino, sino que además arrastra desde su nacimiento una extraña malformación física y lo que ello conlleva ante la llegada a un nuevo hogar, un nuevo colegio, y por supuesto, unos nuevos compañeros de clase con ganas de pasarlo estupendamente a costa de la angustia y la tristeza de los demás...
Así pues, cuando esperamos encontrar en Eugenio, su padre, el principal apoyo y brújula con la que Celia pueda guiarse en un mundo lleno de injusticias y dolor, lo que encontramos en él es una actitud poco clara, confusa que roza el sentimiento pasivo agresivo hacia su protegida. El lector se lleva la impresión de que el padre apenas se preocupa por su hija, y nunca más que de sí mismo, que antes de defenderla y apoyarla cuando más lo necesita prefiere escurrir el bulto con sentencias tipo "No digas tonterías", "son imaginaciones tuyas" o "¿No ves que estoy ocupado pensando en como beneficiarme a la vecina?". Una relación que no ayuda a imaginarle enfrentándose al mismísimo diablo para curar el catarro de su protegida, sino más bien conduciendo con cara de hastío gruñendo para sus adentros cosas como " Y ahora la niña se me pone mala y me toca conducir hasta la farmacia que queda a tomar por culo, ¿Por qué no usaría condón?"

¿Es esto intencionado?, ¿Sirve esta actitud para hacer del mundo de Celia un lugar más sombrío para acrecentar esa necesidad de un escape, de alguien que la entienda?. Pues ese es el problema que no queda claro, que avanzamos en la historia sumergidos en una confusión alimentada por actitudes contradictorias, donde la reacción y la acción no siempre casan como debería. Y para colmo los diálogos tampoco es que ayuden demasiado a aclarar esas actitudes poco claras. Aquí todos los personajes son parcos en palabras, le cuesta unir dos frases seguidas y prefieren que sea el narrador el que haga buena parte del trabajo por medio de suposiciones y toneladas de adjetivos.

Todo este conjunto, no de fallos (ya que yo nunca atribuiría la culpa de que algo no me guste o me resulte chocante negativamente al autor del libro, sino a mis gustos personales), sino más bien de peculiares características que no conectan conmigo hacen que un lector acostumbrado a este tipo de historias vea a EL QUINTO PUNTO CARDINAL como decíamos antes, previsible, ademas de prescindible, carente de sorpresa y dotada de un estilo tan irregular como un camino con baches e igual de inseguro, que da prioridad a la belleza de las composiciones con cucharones extras de descripciones y explicaciones que nadie precisa, en lugar de acrecentar y autentificar las emociones que pretende reflejar y para el que el uso de la figura de Celia sería imprescindible.

En definitiva, estamos ante una obra que producirá inquietud mas que miedo al lector menos acostumbrado a este tipo de historias, quien puede que disfrute de una historia que da un punto de vista más complejo del que se nos tiene acostumbrados al mito del amigo invisible. Los demás... bueno, lo que nos centramos en el trasfondo de los personajes, sus relaciones, buscando una conexión o un pequeño punto de empatía o comprensión puede que lo único que encontremos sean unos protagonistas que llegan a resultar cargantes, confusos y de una lógica un tanto reprochable.

Buenas intenciones si, pero no siempre basta con eso.

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