viernes, 18 de noviembre de 2016

Reseña: EL SUICIDA IMPERTINENTE de Juan Luis Marín.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

EL SUICIDA IMPERTINENTE de Juan Luis Marín.

IMAGINA QUE UN DÍA RECIBES UNA CARTA.
IMAGINA QUE QUIEN ESCRIBE ESA CARTA TE CONOCE MEJOR DE LO QUE CREES.
MUCHO MEJOR.
Y QUE VA A CAMBIAR TU VIDA PARA SIEMPRE.
SIN QUE PUEDAS HACER NADA PARA EVITARLO.
ABSOLUTAMENTE NADA.

Así comienza una pesadilla que llevará al protagonista de esta historia más allá de la cordura en un viaje donde pasado y presente se conjuran para crear un futuro tan negro como el secreto que ha mantenido oculto durante diecisiete años.
Un secreto que comparte con alguien que, incluso después de muerto, hará todo lo posible porque salga a la luz.
Sin importarle quienes mueran en el camino…

Que si, que estoy de acuerdo en que las etiquetas deben existir, que es necesaria una guía, por básica que sea, que ayude a que tomemos el camino correcto y/o buscado. Pero debemos admitir que a veces la información que da una u otra etiqueta es tan ínfima que convierte un viaje que se supone debe estar lleno de sorpresas y nuevos descubrimientos en una monótona y aburrida línea recta carente de emociones, un viaje rutinario como el que se realiza todas las mañanas montado en un autobús camino al trabajo. ¿Dónde están los atajos, los cambios de ruta imprevistos que nos desvela nuevos paisajes que hasta entonces ignorabas que existían?
Quizá el campo de la literatura es uno de los más perjudicados  por la necesidad del uso de estas etiquetas, aunque irónicamente somos incapaces de imaginarnos sin su ayuda constante. Todo esto suena muy evidente, pero no falta gente que cree que la ciencia ficción son solo naves espaciales y alienígenas, que el género de terror siempre tiene que tener montañas de muertos de por medio o que en los mundos de fantasía tiene que haber elfos por cojones. La gente tiene miedo de perderse en el bosque de los libros, de arriesgarse a meterse por caminos oscuros y misteriosos y, en consecuencia de llenar sus lecturas de descubrimientos y de darse cuenta de que no todo es lo que parece y que no existen (o no deberían existir) normas impuestas, ni siquiera a la hora de etiquetar a un libro en un género en concreto. Por suerte aun existen autores que convierten cada nueva obra suya en martillos que rompen los moldes establecidos y transforman sus novelas en mucho más que "un libro mas de X género".

Juan Luis Marín fue uno de esos autores por los que, gracias a sus novela MALDITA NOSTALGIA me descubrió la bastedad de un género como es el Thriller y la novela negra, una historia donde la venganza se mezcla con un río de recuerdos y desemboca en un lago de sangre. Una obra emotiva, violenta y que demuestra que no siempre las historias policíacas tienen que estar expresamente protagonizadas por un policía o detective de turno sino que, como expresa su nombre, basta con un filtro negro en nuestra visión para crear una historia urbana que puede tocarnos muy adentro.

EL SUICIDA IMPERTINENTE es su trabajo más reciente y, aunque el cambio de registro es palpable en comparación con el de su anterior libro o ALMAS GRISES, no da motivo para que te acomodes puesto que esta bala salida de la recamara de la mente de Marín ha sido disparada con igual fuerza, y cuando te impacte te va a doler, vaya si va a doler.

El escritor nos da de nuevo la bienvenida a la ficticia pero sospechosamente reconocible ciudad de La Capital, ciudad como tantas otras (Añorada Lantana) que expone en sus escaparates un reflejo deformado de quien lo mira haciendo ver lo peor de sí mismo, llena de maquinas expendedoras que distribuyen dolor a cambio de sueños rotos  y cuyos habitantes de rostros tan grises como sus almas y manos manchadas de rojo pasean impunemente por sus sucias calles. Si, la misma ciudad que visitamos en las anteriores obras de Marín nos vuelve a recibir con los brazos y una malévola sonrisa.

No obstante, en esta ocasión no nos vamos a encontrar la tradicional historia de venganza tipo "Yo contra el mundo", más bien la linea argumental de EL SUICIDA IMPERTINENTE termina convirtiéndose en todo lo contrario. Sigue siendo un macabro juego del gato y el ratón, pero esta vez el felino no tiene donde esconderse y los roedores son legión. O así es como debe sentirse el protagonista de la obra tras recibir la carta de un suicida que hará que su vida cambie para siempre. Y no para bien precisamente.

El demoledor inicio de la novela no es un cebo para peces que atrae al incauto lector en la trama, sino que alcanza el nivel de una trampa para osos. Una vez hayas leído los primeros capítulos, aquellos que te ponen en antecedentes, estarás perdido. Su ritmo hace que la lectura no solo no decaiga en ningún momento, sino que absorbe de tal modo que no es de extrañar acabársela de una sola sentada. Pero no solo es dicho ritmo lo que convierte a los libros de Juan Luis Marín en lo que son: palizas y ensañamiento a nuestras tristes almas... para luego pedir más.

El hecho de que el nombre del protagonista no sea pronunciado en ningún momento provoca una peculiar interacción con la manera en que la historia es asimilada, puesto que la primera persona en la que es narrada se funde con una velada segunda, siendo tú mismo el que en apariencia cuente los acontecimientos y, por consiguiente hacerlo todo más sentido y personal, sensación que se ve acrecentada además por las numerosas referencias y menciones a las alocadas décadas de los 70 y 80 (Esa generación X, contagiada del afán de grabarse un nombre en la historia, los jóvenes de walkman embutido en vaqueros ajustados y litrona en mano) que nos contagia cierta complicidad y aflora en nuestros rostros alguna que otra sonrisa.
Sonrisas que no es raro que se conviertan en carcajadas. EL SUICIDA IMPERTINENTE rezuma un humor negro que impregna sus diálogos y envenena acciones y palabras y convierte a sus personajes en auténticos hijos de puta henchidos de ironía y mala baba, con una puñalada verbal siempre lista. Un humor corrosivo que no quita su lugar al drama y a la crítica...

Esta obra no trata solo de ver como alguien le hace la vida imposible a otro después de muerto. Martín nos traslada aquí a una época en la que todos hemos pensado que nada malo puede sucedernos, en la que triunfar, ser el mejor o al menos tener un destacable reconocimiento adquiría una importancia que eclipsaba una realidad que pensábamos que solo le ocurría a los demás, nunca a nosotros. Esta novela trata sobre un viaje al interior de uno mismo con el objetivo de descubrirse, de saber elegir entre el conformismo y el éxito personal, de encontrar un sentido a la existencia, un motivo para dar el siguiente paso... pero no solo eso, sino aprender a hacer con decisión y deseo.

EL SUICIDA IMPERTINENTE es también un libro sobre la familia y las amistades que creemos que durarán para siempre, de lazos y promesas que imaginábamos irrompibles y terminaron resultando tan frágiles como el papel. Encontramos pues un retrato realizado con el mayor detalle que nos muestra la madurez y, emulando una de las escenas de la novela, asistimos en su lectura a un funeral para dedicarle unas palabras y un último adiós a una fosa común donde tarde o temprano terminamos enterrando nuestros sueños y esperanzas de que nuestras vidas sean como las de los héroes de nuestras películas favoritas, de que el tiempo, el destino o el mismísimo diablo no destruya las amistades de nuestra juventud, que la "pandilla" dure para siempre. Un hasta siempre a los excesos, a la falta de responsabilidades, a ser el rey del mambo. Para terminar convirtiéndonos en un grano de arena más en un inmenso desierto.

Por supuesto, por encima de todo, EL SUICIDA IMPERTINENTE es un thriller, una frenética carrera contrarreloj en busca de respuestas sin poder evitar dejar un rastro de cadáveres , vidas rotas y nuevas preguntas sin resolver a nuestra espalda. Juan Luis Marín utiliza la intriga con gran maestría, haciéndonos dudar de todo y de todos, sospechando de la culpabilidad de todos en una lectura en la que cualquier linea puede resultarnos reveladora o devolvernos a la casilla de salida. Y todo lo hace con su estilo mordaz y directo, con una letra que es capaz de crear contrastes de dulce y salado, picante y amargo. Un plato exquisito a la par de exótico en definitiva.

Si no conocéis la obra de Juan Luis Marín, esta novela es un magnífico punto de partida para conocer su mundo y su talento a la hora de hacérselas pasar putas a personajes ficticios pero tan tridimensionales que pueden compartir contigo cada golpe o caricia. Otro gran acierto y otra prueba de que la novela negra puede entusiasmar a cualquiera que nunca ha sentido la llamada de dicho género, porque ¿Para qué están las etiquetas sino para pasárnoslas por el forro de los cojones?

1 comentario:

  1. ¡Muchas gracias por la brutal autopsia, doctor!

    Dejo por aquí link al booktrailer para quién quiera echarle un vistazo:

    https://www.youtube.com/watch?v=Pc9Whf8J4EE

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